Botox
El tratamiento con Toxina botulínica (Botox) es uno de los procedimientos más utilizados en medicina estética facial.
Su aplicación está indicada para combatir los signos del envejecimiento facial, específicamente para atenuar las arrugas que aparecen por la actividad de los músculos de la expresión facial, es decir, aquellas que aparecen en el entrecejo, la frente, las comisuras de los labios o el contorno de los ojos.
La toxina botulínica infiltrada en el músculo consigue modular su capacidad de contraerse, de forma que corregimos aquellos gestos inestéticos que inducen la formación de arrugas.
En ocasiones, y en función de las necesidades del paciente, se combina el tratamiento de bótox con la infiltración de materiales de relleno, especialmente de ácido hialurónico.


Tratamiento
El tratamiento consiste en la infiltración de la toxina botulínica mediante microinyecciones intradérmicas en el músculo de la zona que se desea tratar, produciendo su relajación e inhibiendo el movimiento del mismo. Después del tratamiento se van atenuando las arrugas de forma progresiva, produciendo una expresión facial más relajada.
Las zonas que responden mejor al tratamiento con toxina botulínica son las arrugas verticales del entrecejo, las patas de gallo y las líneas horizontales de la frente.
Sin embargo, con dosis muy bajas, se pueden corregir las arrugas de expresión en código de barras, mentón o sonrisa gingival, entre otras. Además, la toxina botulínica es el tratamiento que mejor corrige las bandas platismales, que son líneas que se tensan de forma vertical, a modo de cuerdas, en la cara anterior del cuello.
La duración de la toxina botulínica, en la primera aplicación, es de seis u ocho meses, pero se puede alargar hasta un año si se realiza un mantenimiento.
El tratamiento se realiza en consulta de forma ambulatoria y se puede aplicar en cualquier época del año.
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